Los medios de comunicación contribuyen a la red de la publicidad, que exige e impone figuras estilizadas y atléticas como prototipo de belleza, se debe ser consciente de que a través de estos medios informativos se están privilegiando estilos de vida favorecedores de la obesidad.
Los estímulos
externos parecen tener una relación directa entre la exposición a los medios de
comunicación y la aparición de desordenes de alimentación. Uno de los ideales
que se presentan en los medios es la presentación del cuerpo perfecto, sinónimo
de un cuerpo “delgado”, promoviendo así la insatisfacción corporal en las
personas que no logran esa imagen corporal vendida, lo que tiende a aumentar la
posibilidad de presentar un desorden alimentario.
La sensación de hambre no es la única encargada de controlar la proporción de comida consumida, se hace a través de estímulos externos que tienden a actuar como señales discriminativas o señaladoras, que incrementan el comportamiento de comer.
Aparte de que
ciertos estímulos tienen una relación directa con la exposición a los medios de
comunicación también se encuentran estrechamente relacionados con la sociedad
de consumo y el sedentarismo que cada día afecta más a las personas con dicha
problemática, la cual se puede ver reflejada claramente en la vida cotidiana de
la persona a través del uso de los electrodomésticos, el mando a distancia, el
automóvil, entre otros más.
Al reducir el tiempo dedicado a ver televisión (rutina sedentaria), se han descubierto resultados alentadores que disminuyen los niveles de obesidad; la evidencia indica que las recomendaciones que apuntan a reducir el comportamiento sedentario (particularmente el ver televisión), pueden ser más eficaces que incluso promover la actividad física.