Para un adecuado tratamiento
se debe determinar que se quiere tratar, si a la persona obesa, o a la
enfermedad en sí, de esto depende el plan a implementar y por ende el éxito a
obtener. En la actualidad la obesidad plantea el reto de encontrar estrategias
preventivas y terapéuticas que sean eficaces para el gran número de individuos
afectados.
Desde el ámbito de la salud
pública las estrategias deben contemplar intervenciones comunitarias,
modificación de los hábitos de vida, guías dietéticas específicas y el empleo
racional de nuevos fármacos. Se pueden ver entonces estas estrategias como un
conducto regular para la posible erradicación de dicha enfermedad.
Las personas obesas requieren una orientación en
cuanto al tratamiento que van a emprender, en ocasiones por el mismo
desconocimiento es que se recurre a procesos rápidos, de bajo costo, poco
efectivos, y sobre todo nocivos para la salud.
El
papel del profesional es determinante en esta etapa del proceso, puesto que de
su interacción con el obeso depende el encaminamiento del mismo en un
tratamiento claro y pertinente y con las particularidades que cada uno
requiere.
Las
personas necesitan reponer el equilibrio perdido para mantener la salud
psicológica. Es decir, que el trabajo psicológico permite mantener a nivel
estable a las personas padecedoras de la obesidad en cualquiera de sus fases.
Se
debe hacer uso de un programa que incluya psicoeducación con elementos
cognitivos y conductuales; que incluya ejercicios de exposición al propio
cuerpo, facilitando una apreciación más equilibrada, así como enfrentamiento de
situaciones sociales evitadas.
Los elementos cognitivos permiten la identificación
y el cuestionamiento de creencias, esquemas y distorsiones cognitivas que
afectan las experiencias cotidianas de la imagen corporal. Además, utiliza
técnicas de manejo de estrés y estrategias para obtener una relación más sana
con el cuerpo y menos limitada a la apariencia, el incremento de actividad física es fundamental.
La
importancia de las terapias psicológicas es fundamental. Terapias de apoyo,
directiva, cognitivo-conductual, psicoeducativas, de modificación de hábitos
alimentarios, de registro de alimentos ingeridos, de reacciones emocionales, de
relajación y formulación de propósitos, de modificación cognitiva sobre normas alimentarías,
son todas ellas de un enorme valor terapéutico integrativo en el resto de
tratamientos médicos.